sábado, 12 de marzo de 2016

María José y Axo

 
Una extraña adopción
         
Axo es un perro urbano que tiene madre humana. Bueno, a lo mejor no es humana porque a veces la madre humana de Axo parece un gato marcando su territorio y Axo lo sabe. María José es suave o árida según cómo y con quién. No se sabe cuándo delimitó sus fronteras y sólo permite el paso en su aduana después de serias comprobaciones. Axo pasó el control porque no controló su carrera. Al parecer un día, mientras María José se enfangaba de tierra las manos y el ánimo, Axito corrió como solo lo hacen los cazadores nobles por el jardín de su dueña ausente. Y volvió a correr y a recorrer el territorio marcado por la gata madre, pasando la frontera como si fuera un refugiado recién llegado al país de María José. Fue entonces cuando ella no pudo evitar abrazarlo y le concedió el visado.

Muy temprano, el perro con mirada de hijo, sale a caminar por las calles con su dueña. Pero por la acera caminan tres: Axito, María José y los propósitos. Siempre un afán, siempre un quehacer, siempre un proyecto, hacer, hacer…Ella no sabe que su animal caza todo lo que a ella le sobra: sus incomodidades, sus sueños, sus quejas…. Axo corre puro y ágil y cuando vuelve de su carrera le devuelve la indisposición convertida en buen ánimo y risa con ironía; Nacha Guevara sin cirugía estética; canciones nuevas y partituras antiguas; un buen libro y cientos de cuadernos; viajes y melodías con voces graves.

Ahora, María José está plantando adelfas y Axo escarba en el mismo sitio que María José para enterrar sus presas, imaginarias o no. Él sabe que enterrando allí su caza no la perderá nunca porque las adelfas le enseñarán el lugar exacto de su secreto.

Con su hueso de mentira, Axo quiere de verdad. Y está seguro de que la madre de su país no permitirá nunca que el gran cazador sienta la sangre de otro animal en la boca porque otro se lo mande. Él ya no acata órdenes salvo, claro está, las de su dueña que descansa en el sofá mientras él la protege contento.